viernes, 9 de agosto de 2013

Pido la Palabra...LA INQUIETUD DE SÍ MISMO

Prólogo de mi más reciente libro “Las Herramientas Masónicas”.  Editorial Masónica.es (http://www.masonica.es/ficha/?i=108)
       
Por Javier Otaola Bajeneta
Ex Presidente de CLIPSAS, y
Ex Gran Maestro de la Gran Logia Simbólica de España
                   
Javier Otaola B.
La Masonería como tradición iniciática se arraiga en la experiencia de la acción constructiva, en el trabajo creador, en la confección y estudio de las herramientas, a través de las cuales el ser humano multiplica su capacidad de acción y dialoga con el mundo que habita.  En la elección de sus herramientas elige el ser humano sus proyectos, su originalidad personal y sobre todo le descubre el problema de su propio ser: la inquietud de sí mismo (Michel Foucault) que ha sido desde siempre la tarea del pensamiento filosófico y de la espiritualidad humana, el precepto del Oráculo de Delfos - gnothi seauton - conócete a ti mismo.
                    
No es casualidad por eso que Iván Herrera Michel haya escogido el análisis de las herramientas, su significado simbólico y su valor hermenéutico para entender el método Masónico. 
                       
Esa inquietud del sí-mismo, esa necesidad de preguntarse ¿Quién soy? Es un privilegio de
los seres humanos que no alcanza ni a los animales ni a los dioses, y nos obliga a realizar una reflexión ética.  La Masonería nos sugiere que la respuesta a esa pregunta la hemos de encontrar en la ACCIÓN  en las obras que emprendamos, no tanto en los logros de esa acción sino en la intencionalidad de nuestros actos: Lo que tú haces, te hace. 
                      
La Masonería en sus rituales, en su sociabilidad y en su método desarrolla lo que Foucault denominaría “prácticas de transformación del yo” que no son sino INICIACIONES.  Iniciaciones que de diversas maneras ya se practicaban en la Grecia Clásica.  Iván Herrera Michel no deja de analizar ninguna de las herramientas que definen el trabajo del Masón, y saca de su hermenéutica luminosas reflexiones: del mazo, del cincel, de la regla de 24 pulgadas, de la palanca, del nivel, de la plomada, de la llana, del compás, de la escuadra.  Y merece destacar su reflexión sobre la piedra bruta, imagen de nuestro propio ser. 
                     
Platón recoge en el diálogo Fedón el pensamiento de Sócrates, que pone en relación nuestros actos, nuestros hechos, nuestras intenciones con el Ser que hemos llegado a ser a través de nuestros actos.  Se podría decir que terminamos EX –sistiendo a base de IN-sistir en nuestros actos, esa In-sistencia son los golpes del mazo y el cincel sobre la piedra que tallan así nuestros vicios y virtudes, nuestras cualidades y a la postre nuestro perfil humano.
                   
 Dice Sócrates.
                  
Quien en su vida ha cuidado de su alma y ha filosofado, purificándose, no teniendo en nada las riquezas y honores, quien al conocer ha despreciado los sentidos por ser engañosos, utilizando para saber solo el alma, quien de este modo obra viviendo según la razón, se libera y es digno de pertenecer a la estirpe de los dioses.
                 
La inquietud de Sí implica la experiencia de la oscuridad, del peligro de perderse en el laberinto, la búsqueda de la luz para encontrar nuestro camino nos lleva al cuidado de Sí y en ese cuidado está incluido el cuidado de los Otros: la ética.
                  
Ese conocerse a sí mismo, cuidar de sí mismo, pulir nuestro ser, no nos lleva al ensimismamiento y al enamoramiento de nosotros mismos sino que es una cierta manera de “relacionarse con”, ese cuidado de sí mismo, lo que llamamos el “pulimento de nuestra piedra” se desarrolla, en relación fraternal con otros mediante una actividad de palabra y escritura, donde se enlazan el trabajo de sí sobre sí y la comunicación con el otro: se alcanza sólo en el reconocimiento mutuo. 
                
No es un ejercicio solitario sino una práctica social. 
               
La actitud iniciática que nos propone la Logia constituye una manera nueva – no profana - de relacionarse con los otros y también con las cosas. 
                   
La iniciación a través de las “desfamiliarización” del mundo, colocándonos en nuestra desnuda humanidad, extrañándonos de la cotidianidad suscita en nosotros un sentido agudizado de lo real.
                 
Ese cuidado de sí no se puede convertir en una especie de narcisismo moral, a modo de un culturismo del espíritu, no debe quedar fijado en sí mismo o en la auto-fascinación sino que debe conducir a la materialización del imperativo ético de la Masonería: Libertad, Igualdad, Fraternidad
                   
La Masonería no es dogmática ni siquiera doctrinaria pero sí es proactiva y propone una serie de pautas abiertas que han de concretarse en cada uno de nosotros, la Masonería se presenta como el arte de sí mismo, el arte de llegar a ser de una manera plena lo que ya somos como posibilidad: la mejor versión de nosotros mismos. 
                   
El libro de Iván Herrera Michel nos ayuda en ese arte. 
              
                     
Javier Otaola B. 
                     

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