jueves, 26 de diciembre de 2013

Hablando de...El feudalismo, una mirada general

La descentralización estatal y la fragmentación territorial que se dieron en Europa como resultado de las invasiones germánicas de los siglos V-VIII cristalizaron en el proceso de gestación de un nuevo orden socio-económico: el feudalismo. 
Éste tuvo su máximo esplendor entre los siglos IX-XIII, caracterizado por las relaciones de dependencia y vinculación jerárquica de los más débiles hacia los más fuertes. Estos últimos, generalmente señores de la guerra que poseían su propio armamento, se habían enriquecido por los servicios prestados al monarca, quien, como recompensa, les había entregado feudos en usufructo, donde administraban justícia personalmente. Las relaciones feudovasalláticas fueron, pues, producto de una mentalidad en la cual imperaba la sumisión del elemento productor de esta sociedad de carácter económicamente agraria, el campesino, hacia las clases poderosas, en acuerdo mútuo para mantener su control. El campo donde mejor se detecta esta mentalidad es el judicial. 
Con la desaparición del derecho romano y, posteriormente, del derecho germánico, los nobles usurparon las funciones públicas que una vez fueron potestad del rey. Pero éstas derivaron pronto en prácticas abusivas, cuyo objetivo último era el control absoluto de los medios de producción. Los señores feudales imponen su ley, la ley feudal: son los llamados Malos Usos. 
Éstos se reflejan en todas las esferas de la vida pública y privada: el matrimonio, la família, el trabajo...En el campo de la religiosidad, la tendencia predominante es la de la espiritualidad monástica, perfectamente enmarcada en este contexto rural. La orden más poderosa en la Europa feudal es la benedictina; sus monjes representan el ideal del buen cristiano. 
 Igualmente, el patrocinio en la construcción de nuevas iglesias, capillas y monasterios por parte de la nobleza para la salvación de sus almas se convierte en una práctica corriente,esto en su mayoria delegado a los masones, así como las donaciones y los ingresos de los hijos segundones de los señores en las diversas instituciones eclesiásticas mediante una dote sustanciosa, de la que la Iglesia es la gran beneficiaria. De este modo, si los señores feudales utilizan la fuerza para imponer su ley, la Iglesia posee como armas para el control social la excomunión y la condenación eternas para aquellos que osen cuestionar su hegemonia sobre la Cristiandad. 
Las reformas del Papa Gregorio VII (1073-1085), orientadas hacia la purificación de la clerecía, la restitución de la disciplina y la consolidación de la primacía de Roma, son la plasmación de la feudalización de la Iglesia. 
 El estamento inferior de esta sociedad feudal y rural, el campesinado, entra también en esta dinámica; no sólo porque es la fuerza de trabajo necesaria para el mantenimiento de la posición de las clases superiores, sino porque también entre los campesinos se dan formas de vinculación y jerarquización. En efecto, de manera gradual, en las primitivas comunidades de aldea se va perdiendo la solidaridad y empiezan a despuntar unos linajes sobre otros, bien porque poseen más tierras en explotación, bien porque su productividad es más alta. Estas famílias más afortunadas buscarán siempre la aproximación con el estamento nobiliario, hasta el extremo de poder vivir de las rentas y costearse un armamento que, a su vez, les permitirá ingresar en la casta militar como miembros de la más baja nobleza. 
La ayuda militar que ofreceran a los señores será recompensada por éstos con la entrega de nuevos feudos. A su vez, esta nueva nobleza ejercerá la fuerza contra su propia clase social de orígen. Quien tiene la fuerza tiene, pues, el poder. La unión entre Iglesia y nobleza dará lugar a unos esquemas mentales donde la violencia está justificada, siempre y cuando sirva al orden establecido por Dios a los hombres. El ejemplo más claro es tal vez el espíritu de Cruzada. En los monasterios se predica el combate contra el Diablo con el arma de la oración: el hombre medieval vive inmerso en un clima de agresividad que se manifiesta contínuamente en su realidad cotidiana. Pero no todos los aspectos del feudalismo son negativos: al lado de la barbarie y la brutalidad proliferan loables intentos de pacificación efectiva de la sociedad, com las instituciones de la Paz y Tregua de Dios. 
Los inicios del movimiento cluniacense, y más tarde el cisterciense, estan marcados por una sincera voluntad de reformar no sólo la Iglesia, sino las formas de piedad y la espiritualidad en general, en un intento de retornar a los valores cristianos primitivos.
 El arte de la época es tambien una fuente inestimable para la comprensión de la mentalidad medieval: el baptisterio bizantino, la basílica visigoda, la portada románica o la catedral gótica son la plasmación de los esquemas mentales propios de una sociedad donde la idea tiene un papel preponderante sobre la realidad. 
Y es que la cosmovisión de los hombres y mujeres medievales está marcada por una importante dimensión simbólica. Por último, en época feudal nace el amor cortés, la caballerosidad, el homenaje, la fidelidad, la encomendación, los códigos de honor... gestos y actitudes que, a pesar de los siglos que nos separan, nos resultan propios de nuestra misma manera de ser y de pensar. 

José Rafael Otazo M. 
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Profesor Universitario.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.
Director de la Publicación Internacional, "Ni vestido ni desnudo"

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