martes, 27 de mayo de 2014

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DR. RICARDO LEÓN CELAYA,CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DE LA PRIMERA BATALLA DE CARABOBO, EL 28 DE MAYO DE 1814 Y EL INICIO DE LA PRESENCIA DE LA RÉPLICA DE LA ESPADA DEL LIBERTADOR, SIMÓN BOLÍVAR.





DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DR. RICARDO LEÓN CELAYA, EN SESIÓN SOLEMNE DEL CONCEJO MUNICIPAL DEL MUNICIPIO LIBERTADOR, CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DE LA PRIMERA BATALLA DE CARABOBO, EL 28 DE MAYO DE 1814 Y EL INICIO DE LA PRESENCIA DE LA RÉPLICA DE LA ESPADA DEL LIBERTADOR, SIMÓN BOLÍVAR, EN DICHO MUNICIPIO, DEL 27 DE MAYO AL 02 DE JULIO DE 2014. PROMOVIDO POR LA ILUSTRE SOCIEDAD BOLIVARIANA Y SOCIEDAD DIVULGADORA DE LA HISTORIA  MILITAR DE VENEZUELA.


TOCUYITO,27 DE MAYO DE 2014.



Hoy, hemos disfrutado y compartido, con un hermoso pueblo, la llegada y presencia de la réplica de la espada de nuestro Libertador, Simón Bolívar. El júbilo y la felicidad popular, se expresó, en la marcha de traslado de la Plaza Bicentenario, hasta la Plaza Bolívar de Tocuyito. Donde fué depositada, en las honorables manos de la Autoridad Municipal Ejecutiva, abogado, Juan José Perozo, Autoridades Regionales, Directores del despacho, Concejales, integrantes de la Sociedad Bolivariana, Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela, trabajadores y Pueblo en general, quienes eternizan su brillo al símbolo, determinado, no solo por su origen y pertenencia, sino también, por su glorioso resultado histórico. Una espada, se constituye en una extensión de una mano, conducida por un brazo y dirigida por un corazón, que es la sede del alma, como contundentemente, impactó con esta frase, Hipócrates de Kos, Padre de la Medicina, a Platón. Quien, en las profundidades de sus disertaciones filosóficas, se refería en término de ¡MI ADMIRADO HIPÓCRATES! Esto quiere decir, que la consagración del  hecho histórico, no solo esta determinada por blandir la espada, sino también, por el uso, propósito y fin. Establecido, insoslayablemente, por el corazón de quien la porta. Por ello,  tenemos espadas, utilizadas para el perjuicio, el daño alevoso y el atropello, como la de Atila.

Quien, estimulado por Constantino, en los alrededores de los años 1260, utiliza su espada, para reprimir la unión del Sumo Pontificado de Teodosio, al incorporar a los Cristianos, Católicos, los Isis, los Mitras y los seguidores de Juan el Bautista y alertado por el Papá Pio León, quien le dijo: “Atila, quien pretende vivir de su espada y reprimir con su espada, termina victima de ella”. Atila preguntó ¿Quién lo dice? ¡La palabra de Dios! A lo cual, Atila respondió “es solo la palabra, eso no tiene valor”. Pero, poco tiempo después, al atacar a Roma y caer mortalmente herido, por la espada de Peliaskas, Primer Comandante de los ejércitos de Roma, se le oyó murmurar: “Me ha vencido tu Dios”. Igualmente, producto del mandato de corazones nobles, debemos reconocer, la existencia de espadas progenitoras, elevadas y liberadoras de hombres y de pueblo, como lo es la gloriosa espada de nuestro Libertador, Simón Bolívar, cuya replica esta hoy, frente a nosotros, ubicada en un caballete, que nos grita la magnificencia del poder liberador y de justicia. Y que además, permite en nuestra juventud, la siembra y cosecha del bien, por una patria justa y noble. Se convierte también, en motivo de nuestra convivencia, la realización de la Primera Batalla de Carabobo, el 28 de mayo de 1814

Batalla embrionaria, precursora, logística, estratégica, operacional, sentimental e histórica de la concluyente y libertadora Batalla del 24 de junio, en el Magno Campo de Carabobo. Fue una batalla de la guerra de Independencia de Venezuela, en la que, las fuerzas de la Segunda República, al mando de Simón Bolívar, derrotaron las fuerzas españolas, al mando del Mariscal de Campo, Juan Manuel de Cajigal y Martínez. La presencia de tan gloriosa juventud, en este hermoso acto y el mandato de la Pedagogía y de la Academia, me impone referir, que al mencionar una Segunda República, es por que hay una primera, como cuando se menciona un padre, es porque hay, la hermosura de un hijo. Por ello, la Primera República, se asocia a un hecho exquisito para los historiadores, admitiendo el hecho histórico y enriquecerlo con la información más próxima a la veracidad. La historia es esquiva, pero acariciante, Perpetua y fortalecedora. Pero, lo que no permite, es que tratemos de forjarla al gusto y capricho del historiador.        
                                                                                                    
Dr. Ricardo Leon C.
Por ello, en la importancia de la Primera República, podemos tener y esto lo deposito en las ilustres manos de nuestros líderes, jóvenes e historiadores, dos circunstancias, en las cuales, LO QUE SE VE, NO ES. Vamos a revisar que en ese periodo, de 1675 a 1692, el asentamiento de la compañía Guipuzcuana, en nuestro territorio, por mandamiento expreso de la corona atropellante y colonizadora, fundamentó su presencia en: tómese inmediata medida, en contra del envió o contrabando de nuestros productos (cacao, tabaco, café, granos  y perlas) a Curazao u otras Islas del Caribe, para así garantizar, proveer a nuestra población y mantener estable, los costos de dichos productos al consumidor. En apariencia, la causa era noble. Pero ocurre, que nuestros productos y nuestros sueños, eran metidos dentro de un cofre, bajo el SISTEMA DE LAS TRES LLAVES, y embarcados para el enriquecimiento y gozo del colonizador, más allá del Atlántico. Y si bien, contra esta medida insurge el negro Miguel (Miguelote), oriundo de Valencia, y a quién la historia todavía, le puede regalar a nuestros oídos el taconeo de sus zapatos, al trajinar por las vetustas calles de la Parroquia Santa Rosa, su movimiento armado de 420 hombres capaces de derrotar a 1350 hombres del Rey.

Puede analizarse, como una rebelión contra la corona, a cuyos hombres derrota y emancipador por nuestra patria. Pero, ¿Quién podría negar que Miguelote, hacia uso de café, cacao, tabaco, plátanos, cambures y perlas, para enviarlas al exterior, sin importarle el consumo interno y disfrutar el aumento de sus costos? De rodillas, ante la historia, nos podríamos preguntar, si la actuación de Miguelote, se corresponde con una gesta emancipadora o por el contrario, se corresponde con la respuesta de un guerrero, que acompañado de valientes, derrota un ejército, cinco veces superior en número, para defender su negocio. Ante la segunda escaramuza, el negro Miguelote huye a Curazao, y a partir de allí es muy poco lo que se conoce sobre sus pasos. Lo que si es trascendente, es aportar que mientras estos hechos ocurrían, de Bilbao, Vizcaya y atravesando el atlántico y el caribe, embellecía al puerto de cabello, la llegada de Nuestra Santa Madre Patrona de los marinos y pescadores, Virgen de la Begoña.

A quien, en la actualidad, adoramos, en la Iglesia del Municipio hermano, de Naguanagua.

Y en cuanto al periodo de la Segunda República 1750-1840, en el cual, impera el sentimiento de libertad, y deslastre colonial. Es pertinente incorporar, la diferencia entre el derrotado por nuestro Simón Bolívar, Mariscal de Campo Juan Manuel De Cajigal y Martínez (realista) con Juan Manuel Cajigal, patriota, militar y cartógrafo, cuyo nombre, honra el observatorio naval, en el cerro de la planicie, de Caracas. Tras el éxito de la campaña de reconquista de Domingo de Monteverde, con la toma de Caracas ,el 29 de julio de 1812, el gobierno colonial, se reinstauró en Venezuela. Monteverde, planeaba lanzar una ofensiva contra la Provincias Unidas de la Nueva Granada. Sin embargo, antes de actuar, dos coroneles rebeldes exiliados, se le adelantaron a inicio del año 1813. Simón Bolívar, quien inició, su campaña Admirable en Occidente (un espacio geográfico comprendido del Perú a Venezuela). Mientras que, Santiago Mariño, desembarcó en Oriente con exiliados de Isla Trinidad.

Ante la desesperada situación, Monteverde, intentó reconquistar Maturín. Toda vez, que las provincias de Guayana, Nueva Barcelona y Cumana, estaban en manos de Mariño. Pero, fracasó. Cuando intentó detener a Bolívar, fue mutilado en batalla, herido en un brazo, no muere por ello, se refugia y capitula en Puerto Cabello, donde Cajigal lo relevó del mando y regresa a España. Los Realistas, quedaron reducidos a sus posiciones en el valle del río Orinoco (Las Mercedes del Llano y Cabruta), Apure y la Provincia de Coro. Luego, de la toma de Caracas por Simón Bolívar, el 06 de agosto de 1813. Afortunadamente para ellos, la llegada del Brigadier José Ceballos con cinco mil soldados peninsulares, les permitió resistir para volver a la ofensiva. Aquí me voy a permitir, sentarme a la orilla del camino, debridar una viruta y aportarle a la juventud, el hermoso conocimiento de que Brigadier es un grado militar universal, es un general de brigada, comanda una brigada. Pero, con el ánimo de ser corregido, en la práctica, apliquemos lo que yo denominaría, código de los cuatro, para aproximarnos a precisar, el número de nuestros héroes, por componentes:


Pelotón (4 hombres), compañía (16 hombres), batallón (64 hombres), brigada (256 hombres), regimiento (1024 hombres), división (4056 hombres). En febrero de 1814, las principales amenazas para la Segunda República de Venezuela, eran los ejércitos de José Tomás Boves, en los llanos (8000 hombres, dos divisiones). José Ceballos (4000 hombres, una división) y Juan Manuel De Cajigal (3000 hombres, tres regimientos), quienes, reorganizadas sus fuerzas, empezaban sus ofensivas. Además, el Coronel Francisco Rosete, bajos las órdenes de Boves, actuaba despiadadamente en los Valles del Tuy. Ante este peligro, Santiago Mariño, se decidió auxiliar a Simón Bolívar. Pero, ya era tarde, para contener a todos sus enemigos.

El 23 de marzo, el ejército patriota de occidente y de oriente, al mando de Bolívar y Mariño, respectivamente, se reunieron en los pilones, ubicado en el valle del rio tiznados, actual San José de Tiznados, con el fin, de sumar fuerza contra los realistas. Sin embargo, su mando permaneció dividido, lo que habría de ser decisivo en el futuro. La mayoría de las tropas de Bolívar, venían de la región andina y las de Mariño, de la costa oriental (Sucre, Anzoátegui y Nueva Esparta). Cuando, en las tropas de Mariño, se comenzó a producir una masiva deserción, luego de la batalla de Bocachica, entre Guárico y Anzoátegui, el 31 de marzo de 1814. Bolívar, se lo recriminó, a pesar de las deserciones y la infiltración realista en sus respectivas unidades. Esto contribuyó, a aumentar la tensión emocional, entre ambos comandantes.

El ejército español, luego de partir de Coro, se detuvo el 16 de mayo en Guataparo, a tan solo 7 kilómetros de la ciudad de Valencia, en cuyas proximidades, estaba el ejército de Ceballos. El Mariscal de Campo Juan Manuel De Cajigal y Martínez, asumió una posición defensiva. Pues, deseaba no atacar, hasta que Boves, hubiese penetrado los Valles de Aragua. Simón Bolívar, partió de Valencia, el 16 de mayo con 4 divisiones y al día siguiente, encontró a De Cajigal, desplegado en orden de combate en Tocuyito. Los patriotas, atacaron la vanguardia enemiga. Pero, De Cajigal evitó el combate y se retiro vía San Carlos, para auxiliar al derrotado ejercito de Ceballos, en su intento de tomar Valencia.

Bolívar, estratégicamente, retrocedió hasta Valencia, donde tenia una mejor posición, el 18 de mayo de 1814. De Cajigal, volvió a avanzar hacia Valencia, llegando a las afueras de la ciudad el 20 de mayo. Pero, al ver la cercanía de las fuerzas patrióticas, retrocedió y tomó posiciones, en las sabanas de Carabobo. Ante esto, las fuerzas patrióticas ocupan la sabana de Carabobo los días 25 y 26 de mayo, con cinco divisiones y con toda la caballería que había en la ciudad, al mando de Simón Bolívar. El 28 de mayo, ambos ejércitos se trenzan en combate, el cual comienza a las 01 de la tarde, cuando la división de Rafael Urdaneta, abrió fuego contra el enemigo, flanqueando a los realistas por la derecha. Pero, esto era un truco, un artificio y una creatividad del engaño bélico y magistral inteligencia del guerrero, a favor del triunfo, que distrajo a De Cajigal, del principal ataque, que se dió por el centro y el flanco izquierdo, con el avance de José Francisco Bermúdez, Juan Manuel Valdés y Florencio Palacios. Durante una hora, los realistas resisten. Pero ante la fuerza, el feroz combate y un nutrido fuego cruzado, empiezan a ceder. El mariscal De Cajigal, envía a sus mejores tropas, los carabineros de granada a proteger dicha posición. En respuesta, Bolívar ordena a Santiago Herrera, que la caballería de José Gregorio Monagas, Juan Josefo Rondón y Lucas Carvajal, ataquen a los carabineros de granada. Mientras, la artillería patriota de Diego Jalón, se dedica a bombardear la posición del Estado Mayor realista, enloqueciéndolos, forzándolos a cambiar de lugar varias veces, e impidiéndoles, todo tipo de reacción. Mientras, los lanceros patriotas, atacan de frente a los carabineros, quienes empiezan a retroceder y arrastran con ellos a la infantería realista. La cual, rompe filas y huyen despavoridos. A las 6 de la tarde, la batalla termina y De Cajigal, intenta organizar una retirada ordenada, lo cual, le es impedido por la caballería Republicana, cuyo código de vida parecía, ser inclementes, sin perdón y contundentes por la libertad. El Mariscal y su Estado Mayor, logran escapar sudorosos, temblorosos, acobardados y hambrientos, con unos pocos hombres. Tras su derrota, De Cajigal, escapó hacia Apure y por allí le otorgó, amplio poderes a José Tomás Boves, para que continuara su campaña.

Pero, Boves optó por retirarse a los llanos, mientras conseguía refuerzos y pertrechos a sus tropas. En este momento y en este aparte del heredado gozo de la gesta emancipadora, de nuestro Simón Bolívar y todos nuestros gloriosos guerreros, este humilde orador, totalmente impedido, por ausencia de méritos, pisar siquiera el primer escalón del pedestal bolivariano, me permito aportar, que en comunión geográfica entre las sagradas tierras de Carabobo y de San Jerónimo de Guayabal, Estado Guárico, el mágico cordón de la historia, las relaciona. Cuando, mi pueblo natal, sirvió de retiro a la vergonzante y cruel figura, de José Tomás Boves. Quien, trajinaba por nuestros patios entre mangos, samanes y mamones, a dorso desnudo simulando, como todo fariseo (hipócrita con cara de virtuosismo), generosidad y benevolencia, estirando su mano, por encima del alambre, para dar una migaja a un vecino. Lo cual, le valió el apodo de “el taita”. Su mirada escrutadora, aguileña e inestable con su piel blanca, le facilitó al poblador, de San Jerónimo de Guayabal, mi pueblo natal, llamarlo el catire. Nuestro respetado y admirado peregrino de la historia, General de Brigada de nuestro glorioso ejército venezolano, forjador de libertades, Eumenes Fuguet Borregales, en una visita que hizo a mi amado pueblo, San Jerónimo de Guayabal, para constituir allí el capitulo fundador de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela, en el estado, le aportó a nuestra juventud, el hecho histórico, en el cual, los travesaños de las ventanas de mi pueblo, de madera o de hierro, fueron utilizados por José Tomás Boves, para fabricar lanzas para mas o menos 400 hombres. El muy desalmado realista, se paseaba por nuestro pueblo y acostumbraba, en horas de la tarde disfrutar del nutritivo torrente del rio Guárico que nace en Belén, Estado Carabobo, hoy cerca, del Haras Vista Hermosa y disfrutaba, ver nuestras mujeres, practicar el lavado de ropa y enseres con piedra, palos y a orilla de río. Lamentablemente, malvado como pocos, el día que monto en su cabalgadura, seguido por sus hombres, tomando hacia Los Lajeros, volteo, para gritarle a un grupo de pobladores a orillas del río Guárico: no hay duda, este río es muy hermoso, muy provechoso para ustedes. Pero, estén pendientes porque verán correr la sangre por sus aguas. Y el sanguinario, le dió su espalda al pueblo y afortunadamente, lo abandonó.

La batalla del 28 de mayo de 1814, pudo ser decisiva para la Independencia Venezolana. Pero, Simón Bolívar, en vez de avanzar hacia el Guárico, para acabar con la rebelión de los llaneros, con todo su ejército de una vez. Optó por dividirlo. Encargó al General Rafael Urdaneta, con setecientos infantes, marchar al occidente, cuatrocientos infantes y setecientos jinetes ir contra Ceballos y De Cajigal, para impedir que apoyaran a Boves. Bolívar, decidió ir hacia Valencia. José Félix Ribas, fue enviado por refuerzos a Caracas y acampó en Aragua. Mientras, José Tomás Boves, partió con un poderoso ejército, desde Calabozo, en una campaña que terminaría en la segunda batalla de La Puerta, donde nuestro glorioso ejército, al mando de nuestro libertador, Simón Bolívar, fue derrotado (Lamentablemente, corrió la sangre por el río Guárico). He aquí la grandeza de nuestro Libertador, conoció las derrotas y se sobrepuso, perpetuando en su espíritu, el sentimiento de justicia y libertad. Por ello, en la grandeza del valor histórico de nuestro Libertador, su desmitificación, es un imperativo. Porque así, nos mantenemos cerca de sus hechos, logros y de su verdad. Nuestro Libertador, nos dió todo para engrandecernos. Nuestro reto es darlo todo, para escasamente, parecernos a él.

Si alguna vergüenza, reflexión o arrepentimiento, fuese concebible, en el nefasto conquistador u opresor, es el error de habernos colonizados. Porque logró con ello, el invencible sentimiento Libertador de nuestros héroes, que obliga eterna gratitud.
Cuando nuestro Libertador, Simón Bolívar, se califico, como: EL HOMBRE DE LAS DIFICULTADES, no es que las dificultades lo perseguían, como un Anatema, sinó, que las dificultades lo disfrutaban. Porque, serian resueltas y convertidas en triunfos. Tanta clarividencia, nos obsequia nuestro Libertador, Simón Bolívar, en lo social, republicano, humano, humanístico, espiritual y hasta lo sentimental que en su CARTAS DE AMOR A MANUELITA, fundación editorial el perro y la rana, página 100, escribe:



Adorada Manuelita:


Tu conducta y la mía, que estrechan nuestra relación, con el cúmulo de la sensualidad, que corre por tus venas y las mías, le dan a esta pasión enfermiza, el desenfreno de mis sentidos, irritados por el mal que ha invadido ya, mi pobre humanidad. Y todo esfuerzo, que consigo  por el trajín continuo del trabajo intelectual y físico, casi desborda, en el vivo interés, que me hace recordarte. No te hagas esperar, ven por favor, te ruego. Pues, muero ahora y se que tu, me piensas vivo. Soy tuyo. Bolívar. 


¡Que grandeza! Que tarea tan grande!!! nos deja nuestro Prócer, Ante la más grande de las dificultades, reconocerse muerto, mientras lo piensan vivo.  


LA HISTORIA, NO DEJA DE CLAMAR PORQUE ESTE HOMBRE, SIMÓN BOLÍVAR, LA RECORRA Y ACARICIE DE NUEVO.



MUCHAS GRACIAS.


Dr. Ricardo León Celaya

Orador de Orden

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