miércoles, 22 de abril de 2015

Discurso de Orden pronunciado por el Lic. Edgar Moreno Rivero, en ocasión de la conmemoración del 205 aniversario del 19 de abril de 1810, en la Sociedad Bolivariana de Venezuela en el Estado Carabobo.





Valencia, Domingo 19 de Abril de 2015.



Señoras y Señores.

Quiero comenzar mis palabras con unas “reflexiones de Inés Quintero, contenidas en su discurso pronunciado ante la Academia Nacional de la Historia el 15 de Abril de 2010. (Cito) el 05 de Mayo de 1909, la Academia Nacional de la Historia aprobó por unanimidad un acuerdo que daba respuesta a la siguiente pregunta: ¿Cuál debe reputarse el día inicial de la Independencia de Venezuela?, el debate resulto sencillo. La comisión nombrada para tal fin, presentó ese día un informe el cual fue admitido en todas sus partes por la corporación. El documento estableció que la Revolución verificada en Caracas el 19 de Abril de 1810, constituía el movimiento inicial, definitivo y trascendental de la emancipación de Venezuela, cincuenta y un años más tarde, el Dr. Cristóbal Mendoza, Director de la Academia, Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del sesquicentenario de la Independencia y Orador de Orden en la Sesión Solemne, celebrada para conmemorar los 150 años del 19 de Abril de 1810, ratificó el contenido del acuerdo de 1909. Concluyó su discurso con la siguiente afirmación: El 19 de Abril fue el día de la revelación de la conciencia nacional, el de la cristalización definitiva del sentimiento de patria, el del triunfo de la ideología revolucionaria. Desde entonces quedo fijado en los cielos de América como un sol, el nombre de Venezuela, alumbrando con el fuego de su ejemplo, los nuevos caminos del continente.”


La Revolución del 19 de Abril de 1810

Son múltiples los estudiosos que han dirigido sus esfuerzos en conceptualizar la noción de Revolución, los cuales la han estudiado a través de diversos enfoques, diferenciándola de otras formas de cambio en los regímenes políticos. Una revolución, supone el debilitamiento del Estado y del poder político existente, la transformación del conjunto de las relaciones e interacciones sociales cotidianas, o un cambio drástico de las condiciones de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios.

A lo largo de la historia las revoluciones han constituido acontecimientos excepcionales y las colonias americanas no escapaban de esa realidad, las distintas ideas revolucionarias en pro de la independencia en las hoy tierras americanas venían ganando adeptos por dos modos diferentes. En primera instancia, el ejemplo de independencia de los EE.UU, así como las ideas de la ilustración de los franceses, lo cual inspiraba  un régimen republicano o democrático. Pero esta aspiración no contaba todavía con todo el apoyo de la clase oligárquica mantuana criolla, la cual era la única fuerza activa nacional.

Los rumores llegaban desde España y en forma incontestable se había generado una marea política inestable. La élite caraqueña, recogiendo con mirada fina los indicios tormentosos que ya arribaban, se preparaba para protagonizar uno de los movimientos políticos más importantes de nuestra historia. El rey Fernando VII, cabeza del Reino Español, por obra de un golpe de Estado contra su propio padre Carlos IV, había sido depuesto a su vez por Napoleón Bonaparte luego de una ocupación militar sin precedentes, ocurrida en 1807, que buscaba apoderarse de toda la Península Ibérica. Napoleón logró las abdicaciones, al trono, de Carlos IV y de Fernando VII, e impuso a su propio hermano como rey de España bajo el nombre de José I. Cautivo el rey y perturbado todo el régimen, una escalada de sublevaciones y de resistencia antifrancesa envolvería a toda España en una guerra popular de liberación que se conoce como la Guerra de la Independencia española.

Mientras todo esto ocurría en España, en Venezuela se estaba organizando la revolución definitiva, la cual comienza con las representaciones políticas del ayuntamiento y vecinos de Caracas en 1808. Pero como ocurre siempre en casos iguales, se logró la división de opiniones  en dos grandes bloques, el primero radical, que abogaba por la revolución violenta e inmediata, y el segundo, moderado, que prefería los medios aparentemente legales de una revolución pacífica, haciéndola depender del rumbo de los sucesos de la metrópolis con motivo de la invasión francesa.

Caracas, como todas las provincias americanas, se encontraba esperando ávidamente noticias de la situación política de la metrópoli, es así como empezaría a remontar el espíritu de revolución que tocaba a lo largo y ancho de sus costas. Las revoluciones, en su mayoría sociales y políticas, han transformado la estructura de los Estados y la estructura de clases e ideologías dominantes. Es por ello, que las revoluciones constituyen un concepto clave en el análisis histórico desde que éste se configuró como disciplina especializada en el siglo XIX, donde todos los cambios políticos, sociales y económicos conducen a una amplia reflexión sobre la naturaleza de los cambios históricos.

Desde marzo circulaban en Caracas vivos rumores, secundados por el silencio de las autoridades, de que toda España había caído en manos de los franceses. América tenía derecho a no caer bajo el imperio de Napoleón. El espíritu de autonomía y libertad que siempre alimentó la institución política de los mantuanos y criollos, el Cabildo, se encendió aquellos días de la semana santa de 1810 con una urgencia de irrefrenable autodeterminación. La noche y la madrugada del miércoles 18 de abril, quizás mientras Emparan todavía tomaba cuenta de las vicisitudes en torno a la Junta de Sevilla y la constitución del Consejo de Regencia, los mantuanos caraqueños partidarios de crear una Junta de Gobierno se reunían en diversas casas y haciendas de Caracas, conspirando. 

El 19 de abril, como jueves Santo, ofrecía ser un día de pausadas liturgias y de recogimiento. Desde muy temprano comenzó el pueblo a acudir a la Plaza Mayor, hacia las cercanías de la Catedral. Pero la fiebre política no había dejado de crecer en las últimas horas, y durante el resto del día opacaría por completo la parsimonia salmodiante de los oficios divinos. El orgulloso Cabildo de Caracas, situado en el eje opuesto a la Catedral, en el lugar hoy llamado la “Casa Amarilla”, justo enfrente del templo, convocó intempestivamente un Cabildo Extraordinario. Reunido el ayuntamiento a las siete de la mañana del 19, comenzó por disputar a dos regidores cerca del Capitán General, con la invitación de asistir cuanto antes a una sesión extraordinaria. 

A las ocho entraba Emparán en la sala capitular, y como se le informase que el ayuntamiento creía llegado el caso de organizar un gobierno provisional que velase por la seguridad de la provincia a nombre del Rey Fernando, replicó que existía un Gobierno legítimo de la monarquía, representado por el consejo de regencia como sustituto de la junta central, y que en las actuales circunstancias lo único conducente era esperar nuevas noticias de la península antes de tomar ninguna resolución definitiva. Diciendo esto, el Capitán General levanto la sesión, con la oferta de volver a tratar más tarde  el asunto, y se encaminó a la iglesia catedral. 

A pesar de la profundidad que trae consigo el concepto de revolución, Allen (1994) plantea, para que una revolución sea efectuada son necesarios dos requisitos: “...alguien o algo contra quien rebelarse, y que alguien salga a la calle de facto y lleve a cabo la revolución” De esta forma podemos decir que, tradicionalmente las revoluciones suelen ser situaciones de facto, es decir, aquellas situaciones que, existiendo en la realidad, no han sido reconocidas formalmente ya sea mediante los mecanismos legales vigentes o por la autoridad competente, no tienen reconocimiento jurídico y son por la fuerza de los hechos. Es así como las revoluciones al consumarse buscan pasar de facto (de hecho) a de iure (de derecho); y es a través de los cambios institucionales, constitucionales y jurídicos que buscan legitimarla.

Lo que se preparaba aquella mañana, y lo que lograrían los mantuanos caraqueños, aliados con la masa tenaz del pueblo que presionaba desde la Plaza Mayor, a lo largo de aquella encendida jornada, era una revolución institucional que convertiría al Cabildo municipal en una Junta de Gobierno con influencia en toda la provincia de Venezuela, adjudicándose plenos poderes de autodeterminación mediante el desconocimiento de las autoridades coloniales, principalmente la de Vicente de Emparán.  

Por última vez debió causar estupor su autoridad real, y los mantuanos lo dejaron abandonar el Cabildo y caminar una cuadra. Pero antes de llegar a la iglesia un joven activista inmortalizado como Francisco Salias, lo tomó por el brazo y lo obligó a dar vuelta hacia el Cabildo. La guardia, que observó el gesto agresivo de Salias, inició movimientos, pero el comandante conjurado le ordenó mantenerse firme. Emparan debió ver cuán desposeído de fuerza se hallaba, y comenzar a calcular los alcances de este golpe fraguado por los criollos. El cabildo abierto se había convertido en el espacio de confluencia política de todas las representaciones el activo agitador José Félix Ribas se arrogaba la representación de los pardos, y el clérigo Cortés de Madariaga afirmaba ser diputado del pueblo. El Cabildo tradicional no contemplaba tales representaciones populares. 

Emparan intentó una última maniobra política, ya que se hizo proponer como presidente de aquella nueva Junta de Gobierno a punto de constituirse la mañana de ese 19 de Abril. Pero al proponerse a Emparan como presidente de una Junta Suprema para establecer el orden y la fidelidad al rey Fernando VII, un hombre de sotana y de gran mirada  replicó con su voz poderosa en la sala. Haciendo movimientos con sus manos y moviéndose de un lado a otro para atraer las miradas de todos, solicitaba la plena destitución del cargo de Emparan, ese personaje era conocido con el nombre de José Cortés de Madariaga. 

Tan contundente era la propuesta del canónigo Madariaga que la única forma de contrarrestarlo, según cuenta el Capitán General, fue abrir el balcón del Ayuntamiento y hacer la pregunta abiertamente al pueblo reunido en la plaza. Sin embargo, Emparan subestimaba la posición y el estado de la conjura pues detrás de él, haciendo señas de manera notoria, Madariaga respondía de forma negativa con sus manos, y las personas que se aglutinaban en la plaza contestarían, no lo queremos, no lo queremos. A lo que Emparan respondió, pues yo tampoco quiero el mando. La fogosa asamblea se tornó en un referéndum revocatorio, logrando que la revolución del 19 de Abril de 1810 triunfara. Caracas fue, la primera en pronunciarse; Buenos Aires el 25 de Mayo; La Nueva Granada el 20 de Julio y Chile el 18 de Septiembre.

Venezuela se ha convertido a lo largo de su historia política en un escenario de cambios trascendentales que han producido importantes transformaciones en la vida política y social del país, así como de otras naciones latinoamericanas; cambios, que contienen para muchos los caracteres fundamentales de lo que sería un proceso revolucionario. 

Así mismo, nuestra historia plantea que pasamos de revolución en revolución, de acciones dirigidas a derribar a las autoridades políticas existentes y sustitución de ellas con el fin de efectuar cambios en las relaciones políticas, cambios o modificaciones más o menos sustanciales en el ordenamiento jurídico-constitucional, en las relaciones socioeconómicas o en alguna combinación de todo ello; son solamente algunos de las constantes que se han manifestado en las revoluciones consumadas en los últimos años en nuestro país; siendo una de las más significativas el movimiento cívico-militar que derrocó al gobierno de Marcos Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, lo cual significó el derribo de los regímenes dictatoriales y el paso hacia los regímenes democráticos.

Del mismo modo, actualmente los ciudadanos y ciudadanas de la República Bolivariana de Venezuela son testigos de un proceso de profundas transformaciones políticas, económicas y sociales, desde la llegada al gobierno del ex presidente Hugo Chávez Frías, quien le da por nombre la Revolución Bolivariana, por lo que se hace necesario, a mi modo de ver, un consenso historiográfico, sobre esta etapa de la República Bolivariana de Venezuela.

Quiero expresar mi agradecimiento, a la Sociedad Bolivariana del Estado Carabobo por permitirme opinar sobre este tema, cuando se conmemoran 205 años del 19 de Abril de 1810; reconocimiento extensivo a las Academias aquí presentes, imaginarse estar en este lugar, con la presencia de mi familia, amigos y este público que nos acompaña es algo altamente gratificante.

Me ofrece la oportunidad de recordar el delicado asunto de la soberanía que no debemos olvidar.


 Concluyo mis palabras citando aquel tema escuchado por el intendente Vicente Basadre cuando estaba a punto de ser embarcado fuera de Venezuela y quien se desempeñaba como Jefe Militar del depuesto Emparan, canción muy popular coreada por los revolucionarios; que entre sus versos decía, Seguid el ejemplo que Caracas dio.


¡Venezuela, somos la Esperanza!





Lic. Edgar Moreno Rivero.
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* Individuo de Número Sillón "F", de la Academia de la Lengua Capitulo Carabobo.
* Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.

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