lunes, 29 de junio de 2015

Hablando de...De la diplomacia tradicional a la Diplomacia Pública.





Durante siglos, la diplomacia ha sido algo lejano al ciudadano común y, en paralelo, se la ha asociado a las típicas conversaciones de pasillo entre dos señores muy serios de terno y corbata. Los cuerpos diplomáticos se dedicaron, por décadas, a, simplemente, atender en las embajadas y consulados. También, a realizas fiestas y organizar eventos caritativos.  Todo parte del movimiento social típico de los diplomáticos.

Junto a eso, la población fuese del país en el cual se encuentra la misión diplomática o de sus compatriotas en el exterior, debía recurrir a los trámites burocráticos que muchas veces sólo servían para maldecir a la embajada o consulado de turno. El embajador parecía ser un personaje inalcanzable, quien más bien parecía estar preocupado de otros asuntos que de relacionarse con la gente.

Todo eso ha comenzado a cambiar, ya que desde algún tiempo se han producido grandes innovaciones en el campo de la diplomacia. Conceptos como “e-government” (“gobiernos en línea”), Diplomacia Pública 2.0 y “Open Government” (“gobiernos abiertos”), entre otros, han llegado para generar una ola de modificaciones de la cual, posiblemente, ningún cuerpo diplomático podrá escapar.

Los gobiernos han comprendido que en el mundo actual, ya no sirve establecer nexos y acuerdos entre cuatro paredes, sino que hay que buscar puntos de encuentro con los ciudadanos.  Y esto último, no sólo con sus coterráneos, sino que también con aquellos que viven en el país en el cual se ubica un consulado o una embajada.

La ciudadanía es vital a la hora de gobernar y eso es una realidad que no se puede discutir. Por mencionar algunos ejemplos de información en tiempo real, la caída de gobiernos como los de Hosni Mubarak (Egipto) y Ben Alí (Túnez), las protestas de los indignados en España, las diversas manifestaciones en varios países africanos (Camerún, Malawi y Swazilandia, por dar tres casos) y la fuerza de los movimientos sociales en Chile sólo son algunos ejemplos de cómo se está ejerciendo el poder.

Hoy, cerca de un tercio de los jefes de estado y/o de gobierno es usuario de Twitter y varios de ellos han logrado tener millones de seguidores.

Diplomacia cultural
Pero las redes sociales dentro de las cuales no sólo destacan Facebook y Twitter, sino que muchas otras no son la panacea, ni tampoco el único eje de la nueva diplomacia. Los cuerpos diplomáticos están comenzando a elaborar lo que se conoce como “Diplomacia Cultural”, que, básicamente, consiste en organizar diversas actividades que, finalmente, terminan transmitiendo un mensaje. Sin embargo, este no llega a través de los diplomáticos o de los gobiernos, sino que por medio de los ciudadanos.

Por ejemplo, un embajador decide que escritores del país en el cual se encuentra dicho cuerpo diplomático publiquen un libro sobre el país al cual pertenece la embajada. O se puede realizar una conferencia sobre poesía, una exposición fotográfica, un foro de estudiantes en una universidad, etc. En todos estos casos, el denominador común será que se entrega un mensaje, pero en forma silente y por canales diferentes a los tradicionales. Así, en paralelo, se va incluyendo a los ciudadanos, para que también participen y sientan que pueden conversar y compartir con una embajadora, un cónsul o un encargado de comunicaciones (que cada vez serán más importantes).

Por último, no olvidar la importancia de los gobiernos que publican toda su información en sus respectivas páginas web oficiales. Esto último, mediante videos, archivos PDF, podcast, noticias y otras variantes. Y, muchas veces, acompañadas con la posibilidad que los ciudadanos puedan comentar ahí mismo o, al menos, puedan enviar un mail.


José Rafael Otazo M.
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Profesor Universitario.   
Miembro Correspondiente de la Academia de la Lengua, capitulo Carabobo.
Miembro de la Ilustre Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Digna Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de La Asociación de Escritores del Estado Carabobo.
Investigador en la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica.

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