jueves, 6 de agosto de 2015

Historia y Tradición...Discurso de orden pronunciado por el General Eumenes Fuguet Borregales en ocación de ser Puerto Cabello designada Ciudad hace 204 años.






Buen día, ante todo mi agradecimiento a las dignas autoridades municipales y a la ilustre Sociedad Bolivariana de este importante municipio porteño, por invitarme como Orador de Orden, en esta Sesión Solemne, para conmemorar, el du centésimo  cuarto aniversario de la elevación a Ciudad de Puerto Cabello, efeméride que debería proyectarse como Día de Puerto Cabello, a nivel regional, estadal y nacional, por tratarse de la primera, e inédita designación, realizada a una población de Venezuela, por parte del primer soberano Congreso de la Republica, instalado el 2 de marzo de 1811. 

A través del tiempo, nos han inculcado, que, para defender nuestro país, es imprescindible conocerlo y quererlo, es internalizar, de dónde venimos y hacia dónde vamos, para construir en el presente y  el futuro  que todos deseamos. 

En el largo tránsito, para alcanzar la libertad definitiva, Puerto Cabello, destaca ampliamente, por haber contribuido con ingente cantidad de hijos paridos en esta tierra, que llegaron a  ser personajes notables y en gran parte, también nacieron hombres y mujeres, que contribuyeron sin dobleces y temple acerado, a consumar hechos inolvidables, dirigidos a logar la  inexistente y ansiada autonomía, condición necesaria para alcanzar la libertad. 

Retrocediendo las páginas de oro, de esta maravillosa región, y principal puerto de Venezuela, escritas con la tinta del sacrificio y del honor, estudiamos, que, por este lugar, procedente de Borburata, paso en 1561, Lope de Aguirre, el tirano, con sus soldados marañones, en su desplazamiento para conseguir un oro inexistente, surgido de  la imaginación  indígena con la leyenda de El Dorado. Aguirre bien denominado, por Nelson Vielma, distinguido escultor, Cronista Oficial de Puerto Cabello y mejor amigo, el predecesor de la independencia. Igualmente el escritor Miguel Otero Silva, en su sexto libro, lo cataloga como el Príncipe de la Libertad.

Sin conocerse con exactitud la fecha de su fundación, según las normas y protocolo establecidos por la corona española, el nombre Puerto Cabello, aparece documentado por primera vez, en un plano de la provincia de Caracas, elaborado en diciembre de 1578, por el gobernador Juan de Pimentel. Una versión de la denominación, Puerto Cabello, se debe, a que en sus alrededores vivía un encomendadero y aventurero llamado Andrés Cabello, quien estableció su área de actividades en la zona, dando origen a una pequeña población, que con el tiempo tomó el nombre actual. Otra versión indica que el nombre, se debe a la tranquilidad de sus aguas marinas, donde se podían amarrar barcos de gran calado con la hebra de un cabello.  Con la finalidad de controlar el contrabando de los holandeses y el monopolio de los productos de exportación, la Compañía Guipuzcoana, inicia en Puerto Cabello sus operaciones mercantiles en septiembre de 1730, permaneció cincuenta años. Utilizó el castillo San Felipe, como depósito de cacao, café, algodón, añil, cuero y oro. Esa explotación dio origen a varios alzamientos, entre ellos el  del negro valenciano  Andrés López del Rosario, conocido como el zambo Andresote,, en tierras de Yaracuy entre 1730 y 1732.

Con la finalidad de protegerse de las incursiones de piratas y corsarios, se construyeron en Hispanoamérica, fortificaciones, utilizadas igualmente, para almacenar los productos agrícolas de exportación y la logística de los ocupantes. Grandes obras, testigos de una época, algunas de ellas con el nombre de Felipe, en honor al rey Felipe V de Borbón,  se encuentran en: España, Guatemala, Colombia y Venezuela. 

A lo largo de la costa venezolana, se construyeron importantes fortalezas, entre ellas: la de San Carlos a la entrada del Lago de Maracaibo, San Felipe, en Puerto Cabello, San Antonio en Cumaná y San Carlos Borromeo en Pampatar. 

El ingeniero suizo, Juan Amador Courten, es designado por orden real en 1732, director de las obras en Puerto Cabello; sería la más importante fortaleza construida en Venezuela, tuvo su bautizo de fuego en mayo de 1743, por parte de la escuadra inglesa, integrada por veintidós navíos,  al mando del comodoro, Charles Knowles. La construcción del  conocido camino de los españoles para las comunicaciones con Valencia,  se inició en 1761. El gobernador y capitán general de Venezuela, José Solano y Bote, fundador de Chacao, ordenó en 1766, la construcción del Fortín o Mirador de Solano en la  colina, Cresta del Vigía. 

Los vecinos organizados en 1783, se dirigieron a la Real Audiencia de Caracas, solicitando la titularidad de Ciudad, consideraban como necesaria la autonomía, para desarrollar sus actividades. Del grupo de los protagonistas de esta feliz iniciativa, mencionamos entre otros a: Esteban Olavarría, Francisco Montero, Gabriel Salóm, Diego Ponce y Pedro del Castillo. El Procurador nombrado por los vecinos del puerto, fue Manuel Antonio Martínez. Se dio un gran paso, aunque sólo lograron el título de Diputación en 1787, continuando dependiendo del ayuntamiento de Valencia, cuyas funciones del gobierno local, eran ejercidas por un funcionario conocido como Teniente de Justicia Mayor

Francisco libertad Miranda, nuestro siempre Precursor, en su fallida expedición, procedente de Nueva York y Haití, en 1806, pierde a diez oficiales, de las embarcaciones Bee y Bachus, todos extranjeros, que fueron capturados en Ocumare de la Costa y ahorcados en la Plaza Mayor,  el 21 de julio de 1806, fueron denominados los Diez Pequeños Monstruos, su sacrificio es eternizado en el monumento del Águila, que en realidad es un cóndor. Aun en 1807, el Teniente de Justicia Mayor, alegaba que en Puerto Cabello, no había suficientes personas de calidad, para ser convertida en ciudad, se refería a la cantidad de nacidos en España.

A este puerto llega el 12 de abril de 1810, procedente de España, el navío “Palomo”, traía la información de los graves acontecimientos políticos acaecidos en España, a causa de la invasión francesa, por parte de Napoleón Bonaparte, ocurrida en mayo de 1808, novedad que llega a Caracas el 17 de abril, lo Cual promovió la ebullición de los jóvenes, que promovieron el memorable acontecimiento del 19 de abril de 1810, con sus consecuencias ya conocidas, y cuyo eco caraqueño, llegó a este puerto el 21 de abril. Puerto Cabello se adhiere con entusiasmo al movimiento el 24 de ese mes. La Junta Suprema Conservadora de los Derechos del rey Fernando VII, queda  en manos de los blancos criollos, por primera vez, en trescientos años. De las diferentes medidas de carácter económico, político y social, está la designación del jurista Juan Germán Roscio, para la preparación del primer Reglamento Electoral. 

Con algunas limitaciones y discriminaciones, se realizan las elecciones a finales de 1810, en las iglesias de las siete provincias. Resultaron electos cuarenta y cuatro diputados, instalados el 2 de marzo del siguiente año. Los legisladores, no trataban el tema de la independencia, sino a  partir del 3 de julio, cuando nuestro futuro Libertador, que no era Diputado, en un encendido discurso ,ofrecido en la Sociedad Patriótica, fundada en diciembre, por Miranda, motiva discutir el tema de la  libertad. 

A las tres de la tarde del memorable 5 de julio de 1811, el soberano Congreso, presidido por el Diputado por Barinas, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, declara de hecho y derecho la independencia. A partir de esa  fecha, empezamos a tener el gentilicio de VENEZOLANOS, por cuanto antes éramos ESPAÑOLES AMERICANOS. 

La ciudad de Valencia, no acepto la declaración de independencia, por desear mantener la subordinación de las autoridades españolas, y se subleva el 11 de julio, retardando de esta manera la justa aspiración ´porteña, hasta el cinco de agosto, cuando el Supremo Poder Ejecutivo de la naciente República, presidido en turno por el español Baltasar Padrón, otorga de manera oficial el “Título de Ciudad”, privilegiado con la denominación de San Juan Bautista de Puerto Cabello, con jurisdicción sobre los valles de Patanemo, Borburata, San Esteban, Goaiguaza, Alpargatón y Morón, desligándolo del cordón umbilical o dependencia, que lo ataba a Valencia. 

La buena nueva la trae desde Caracas, el distinguido prócer civil valenciano, Miguel José Sanz Marvéz, Secretario de Estado, a quien François Depons, denomino "El Licurgo de Venezuela"; Sanz, sugiere la elaboración del Escudo y Blasón de Puerto Cabello, como símbolos de Lealtad y Patriotismo. 

Ampliando el Decreto de designación de Ciudad, cito, se establece, un Distrito y su respectiva Vicaría, ocho Curatos, haber en el Puerto una Contaduría Principal: Administración de Correos y otra de tabaco: una Comandancia Política y Militar: un Alcalde ordinario: cuatro Diputados: un Síndico Procurador General y una Comandancia principal de Marina, con la oficialidad y buques, fin de la cita.

A partir de esa fecha, los porteños, ufanados, tuvieron su Cabildo y la representación de un Diputado al Congreso, en la persona de Domingo Taborda, incorporado el 21 de marzo de 1812. Taborda, era miembro de la Sociedad Patriótica de  Puerto Cabello, más adelante permaneció en prisión. 

Durante la colonia, llegaban a diferentes puertos venezolanos, embarcaciones con esclavos procedentes de África, para ser vendidos por subasta en los centros establecidos a tal fin, por la Compañía Guipuzcoana. Recibían todo tipo de vejaciones y abusos, una vez en tierra, eran llevados a las haciendas a cumplir trabajos de sol a sol, una verdadera explotación vergonzosa. Para el caso de Puerto Cabello, eran llevados a las haciendas ubicadas en Borburata, Gañango, Goaigoaza y Patanemo. Las embarcaciones utilizadas para el transporte de mercancía humana, eran conocidas como Barcos Negreros. Precisamente el 26 de mayo de 1825, arribó a Puerto Cabello, el barco “Roma libre”, al mando de José del Cotarro, dueño y Capitán de la última embarcación, con treinta y cinco eslavos africanos, que luego serian liberados por la ilustre municipalidad porteña.
  
Recordemos que en varias oportunidades, nuestro Libertador, se refería a la libertad de los esclavos, como un compromiso ofrecido al presidente haitiano Alejandro Petión, expresados en Carúpano y Ocumare de la Costa, y en varios de sus documentos y discursos. El último Barco Negrero, es un hecho histórico de la porteñidad, con hondas raíces de un bochornoso pasado, que al pasar el tiempo, no es olvidado. Desde hace más de diez años, algunas agrupaciones, con apoyo de las autoridades regionales, escenifican esta actividad, que motivan a conocer estos aspectos sociales de una triste época. 
El doctor en medicina, Francisco Isnardi, amanuense del Acta de Independencia, redactada por el Diputado Juan Germán Roscio, sin ser legislador, firma el documento como Secretario del Primer Congreso Constituyente y corredactor de la Primera Constitución de Venezuela y  la primera de  Hispano América, ejerció la medicina en Puerto Cabello en 1804, en su memoria el Hospital Naval lleva su nombre. Durante doscientos años, la información recopilada, revelaba su nacimiento en Turín-Italia, pero, gracias a la acuciosa labor por parte del brillante investigador Edgardo Mondolfi y la distinguida historiadora Marissa Vannini, autora del libro, El Misterio de Francisco Isnardi, con prólogo del eximio historiador Ramón José Velásquez, ubican su lugar de nacimiento en Cádiz. 

En el castillo San Felipe, fueron encarcelados muchos paisanos, próceres civiles y militares, que honrando sus ideas, ofrendaron su sangre no perdida. Recordamos a los involucrados en el movimiento de Manuel Gual y José María España, debelado a comienzos de julio de 1797, igualmente la traición del teniente Francisco Fernández Vinoni, el 30 de junio de 1812, abusando de la confianza del coronel Simón Bolívar, lo  traiciona, al insubordinarse y tomar el fuerte,  perdiéndose las armas y municiones allí existentes.

El 12 de julio de 1812, nuestro futuro Libertador, acongojado, escribe a Miranda, desde Caracas, dando parte de haberse perdido la plaza de Puerto Cabello cito, Yo hice mi deber…nada me quedo por hacer…pero ah, esta se ha perdido en mis manos,  fin de la cita.

Por cierto, la casa donde Bolívar se alojó en Pto. Cabello, durante siete días, mientras trataba de retomar el fuerte, desde el 30 de junio al 6 de julio, ahora, se encuentra con daños en su vieja estructura y ocupada, es una deuda histórica recuperarla para las presentes y futuras generaciones. 

Después de capitular el 25 de julio de 1812, Miranda es apresado en La Guaira, y luego enviado al castillo San Felipe en 1813, donde permaneció hasta su traslado a Puerto Rico y Cádiz, a donde llego el 5 de enero de 1814. 

También permanecieron en las lúgubres bóvedas carcelarias, el general, Bartolomé Salóm y monseñor Ramón Ignacio Méndez; igualmente Vicente Salías, autor de la letra de nuestro glorioso Himno Nacional, él es fusilado, el 17 de septiembre de 1814.  

El 11 de septiembre de 1813, mientras realizaba el sitio a la fortaleza, Bolívar, emitió un decreto anti corrupción, de los primeros de tipo administrativo que se conocen, el cual indica en su artículo Nro.1 Todo aquel que fuera convenido de haber defraudado los caudales de la Renta Nacional del Tabaco, será pasado por las armas y embargado sus bienes. Mantenía como norte que todo corrupto es traidor a la Patria.

La Toma de Puerto Cabello”, ejecutada  el 8 de noviembre de 1823  por el Cmdte. Manuel Cala, subalterno del impertérrito José Antonio Páez, aplicando el Principio de la Guerra de “Sorpresa”, con tropa semi desnudas, mediante un sigiloso movimiento nocturno, ocupo los trincherones Corito, Princesa y Príncipe. Dos días después, se rinden los ocupantes del castillo de San Felipe, último bastión realista, culminando el día 16 de noviembre, con la salida  de Venezuela,  de las fuerzas Españolas, que ocupaban nuestro territorio desde 1498. 

Se materializaba en Puerto Cabello, el sueño de Bolívar, exteriorizado en Monte Sacro, el 15 de agosto de 1805. La Toma de Puerto Cabello, nos deja la enseñanza, de ser fuertes en momentos de infortunio, y  de ser generosos, sin jactancia, en los momentos del éxito. Se ha querido designar el  nombre del castillo San Felipe en Libertador, a partir de una solicitud del coronel Ramón Ayala al general Páez el 17 de mayo de 1824. 

Por las situaciones mencionadas, notamos que esta instalación, desde que quedo en manos realistas, sirvió únicamente, de lugar de martirio de tantos venezolanos, de allí que la mayoría de los historiadores, se oponen a esta denominación, aceptando su nombre inicial de castillo San Felipe. No olvidemos que el valeroso general porteño Bartolomé Salom, ejecutó los primeros disparos de la emancipación, en Mariara, a las órdenes de Miranda, en julio de 1811, también Salom, se cubrió de gloria, al realizar los últimos cañonazos de la independencia suramericana, al ocupar el 22 de enero de 1826, la fortaleza del Real Felipe, en El Callao-Perú, entonces, en manos del jefe español Ramón Rodil. 

El coronel Ignacio Hernández, nacido en San Esteban, por instrucciones del Gral. Juan José Flores, también porteño, ocupó oficialmente en febrero de 1832, las islas Galápagos -Ecuador, donde leyó la proclama, e izó la bandera tricolor, honrando el acto con una salva de fusilería. Una isla cercana llamada Sta. María, la bautizó “Floreana” en memoria de Juan José Flores, su coterráneo,  Gracias a esa acción, Ecuador limita con China, Japón y Rusia, .

Con Ignacio Hernández, también tenemos la deuda histórica, de enaltecer su figura.

Juan José Flores, es el primer Presidente de la hermana República del Ecuador,  es de los pocos militares en el  mundo, de ostentar el grado de general en jefe en tres países, en este caso, Venezuela, Ecuador y Costa Rica. Completando la trilogía de los ilustres próceres militares porteños, tenemos al contralmirante Agustín Armario, de destacada figuración emancipadora, epónimo desde julio de 1963, de la más importante Base Naval de Venezuela. Durante tiempos de  Cipriano Castro, una deuda contraída por Venezuela con países europeos, propicio un bloqueo a nuestras costas al arribar una flota naval combinada de Alemania e Inglaterra, que procedió a atacar La Guaira, luego a bombardear el castillo San Felipe y fortín Solano el 13 de diciembre de 1902, para continuar  hacia la Barra de Maracaibo, donde sufren daños que los obligan retirarse. Una segunda guerra, distinta a la emancipadora, fue la guerra contra el paludismo, iniciada en Morón,  que pertenecía al Cantón  de Puerto  Cabello, hasta 1981. El líder de esta guerra sanitaria, fue el eminente medico Arnoldo Gabaldón, al frente de su  ejército de dedetizadores, que inicio su lucha el 2 de diciembre de 1945, en la humilde vivienda de Melecio Castillo. Recordando aquella acción benefactora el Club de Leones, coloco el 2 de diciembre de 1955, el monumento al Zancudo Caído. 

En la época dictatorial de Juan Vicente Gómez, muchos dirigentes políticos, pasaron años en los lúgubres calabozos, entre ellos: Andrés Eloy Blanco, José Rafael Pocaterra, Raúl Leoni y Jóvito Villalba. Andrés Eloy Blanco, en su famoso discurso ofrecido en el acto de lanzar al mar los grillos, en febrero de 1936 dijo: "Hemos echado al mar los grillos, y maldito sea el hombre que intente fabricarlos de nuevo y poner una argolla de hierro en la carne de un hijo de Venezuela".

El “Baile de la Hamaca”, tradición porteña, Patrimonio Cultural del estado Carabobo; de raíces afro caribeñas, procedente de Curazao, incluida por primera vez en el calendario escolar 2013-2014, se realiza el lunes y martes de carnaval, simula  el  dramatismo, durante un velatorio, donde un negro se da cuenta de la infidelidad de su mujer, precisamente con el difunto. 

La narración del Ultimo Barco Negrero y el Baile de la Hamaca, son expresiones propias  del sentimiento y legado de este puerto de historias y tradiciones, mantener estas  actividades acrecienta el acervo cultural y su proyección nacional. Este puerto generoso y hospitalario, ofreció cobijo, pan, trabajo y oportunidades, a tantos extranjeros, llegados con una pequeña maleta llena de ilusiones y esperanzas, que, agradecidos, en corto tiempo se sintieron en su segunda patria y se hicieron nuestros. 

Una pléyade de porteños le da lustre al gentilicio, verbigracia José Francisco Molina Sierra, considerado el Primer Medico Venezolano egresado en 1798,  Guillermo Prince Lara, hermano del Dr. Adolfo, joven estudiante de la conocida generación del 28, sufrió cárcel y destierro, fallece  en Suiza a los veintiséis años, inspiro a Miguel Otero Silva, escribir  la novela Fiebre, Un digno representante de la porteñidad es el escritor Ramón Díaz Sánchez, como también Su Eminencia José Ali Lebrún, segundo Cardenal venezolano, Juan Antonio Segresta. Augusto Brandt, Miguel Elías Dao  e Ítalo Pizzolante, por nombrar algunos  hijos porteños.

Puerto Cabello, con su bien ganado Título de Ciudad,  se proyecta ante la historia, sin prisa, pero sin pausa, ha sido testigo mudo, de tantos hechos, hazañas y personajes, bien denominado por Ítalo Pizzolante en su canto, hoy convertido oficialmente en el Himno Regional el 17 de julio de 1998; “Puerto azul de leyenda”. Pareciera que esta maravillosa región, no se dirige hacia la historia, sino que la historia se dirige hacia Puerto Cabello, cual libro abierto y faro inextinguible de verdades. No volvamos la mirada al pasado, solo para extasiarnos en su grandeza, que enaltece la porteñidad. 

Corresponde como un objetivo ineludible, lograr oficializar el 5 de agosto, Día de la Porteñidad. Así como Miranda expreso a Pedro Gual en francés, en julio de 1812, al conocer la pérdida de la importante fortaleza, Venezuela está herida en su corazón, seguro que, nuestro siempre precursor, acompañándonos con su presencia etérea en este maravilloso lugar, diría, Venezuela está orgullosa del legado porteño, advirtiendo a los tiempos, que, gracias a la voluntad de trabajo y superación de sus habitantes, la grandeza de este señorial refugio porteño, pertenece al presente y futuro de Carabobo y de Venezuela.

Que así sea


      …porque la historia pide que nosotros hagamos historia.


Señores


Eumenes Fuguet Borregales E.·. V.·. M.·. 2002
de la R.·. L.·. Sol de América Nº 37
-----------------------
General de Brigada.
Miembro de Número de la Academia de la Historia del Edo. Carabobo.
Miembro de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.
Miembro de la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar de Venezuela.
Miembro de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo
Director de la Revista Internacional "Historia y Tradición".



No hay comentarios:

Publicar un comentario